domingo, 14 de junio de 2009

Leyendas Urbanas (part.2)

Creo que ya he comentado alguna vez que los sauditas más pudientes suelen contraer matrimonio con más de una mujer. El Islam les obliga a tratarlas de forma totalmente equitativa, por lo que suelen comprar lujosos vestidos y joyas por duplicado, triplicado o multiplicado por el número de esposas pertinente (desconozco si hay un máximo legal o si el Corán dice algo respecto a este máximo). El sector inmobiliario también se beneficia de este requisito islámico, ya que lo más habitual es que cada esposa viva en una casa distinta y el saudita reparta equitativamente sus noches cada lecho marital. Tampoco hay límite en la edad de la contrayente, y se han dado numerosos casos que han levantado gran revuelo en la opinión pública en relación a matrimonios entre octogenarios y niñas de menos de 10 años.

La mayoría de los matrimonios son previamente concertados entre familias, lo que produce que al final en muchos casos el amor (y el sexo) sea totalmente inexistente entre los cónyuges. Como podréis imaginar, esto crea de nuevo una serie de necesidades e instintos que tanto una parte como la otra deben satisfacer...

El hombre tiene básicamente dos vías de escape para estos instintos: organizar fiestorras en otras viviendas o bien irse de fin de semana al Reino de Bahrein. En ambos casos, los instintos suelen ser satisfechos por una gran comunidad de chicas provenientes de Filipinas, China, Malasia e Indonesia.

La mujer saudita, ante la imposibilidad de viajar sola y de conducir su propio coche, tiene que conformarse con satisfacer estos instintos en su propia casa, mientras el marido acude a su centro de trabajo. En la mayoría de los casos es el chófer o algún otro sirviente el que se encarga de la tarea. Se comenta que existe también una gran comunidad de egipcios y libaneses en su mayoría que desarrollan una ocupación paralela como gigolós.

En general, los matrimonios pueden vivir así mientras todo quede en casa, supongo que cada uno querrá hacer como que no se entera de lo que hace el otro. La situación empeora dramáticamente cuando alguna de las infidelidades trasciende y es conocida públicamente, ya que la deshonra debe ser castigada severamente y el adulterio se castiga con latigazos o incluso ejecución pública.

El hecho de que muchos jóvenes sauditas no tengan contacto más que con mujeres de su familia tiene dos consecuencias. La primera es que al final se acaban acordando un gran número de matrimonios entre primos y la segunda es que dicen que el número de gays es increíblemente alto en comparación con otros países.

De nuevo, en respuesta a cada necesidad la sociedad ha sabido crear una comunidad que sepa cómo satisfacerla. En este caso se trata en su mayoría de filipinos, que digo yo que por algo se habrán creado esa fama de perder tanto aceite. El castigo por homosexualidad es latigazos o ejecución pública, aunque como dato curioso decir que el muerde-almohadas es castigado mucho más severamente que el sopla-nucas.

En definitiva, como dice un compañero, con la facilidad que tienen los jóvenes sauditas para acceder a internet, 50 canales de televisión por satélite y la cantidad de información que se maneja hoy en día sobre la vida más allá de estas fronteras, esta sociedad acabará reventando por un lado o por otro, antes o después.

Actualización 21 de Junio: Tres días después de publicar esta entrada apareció esta noticia en El Mundo (gracias a Crispal por el link).

Leyendas Urbanas (part.1)

Transcurren mis últimos días en el Reino (inshallah) y no puedo cerrar este blog sin contar algunas de las leyendas urbanas de la vida y costumbres sauditas, esas que no se publican en ningún sitio. Ningún pueblo es capaz de vivir con tantas restricciones y prohibiciones sin dar rienda suelta a sus instintos.

Empezando con el tema del alcohol, datos no oficiales cuentan que hasta un 85% de la población lo consume con más o menos regularidad. El mercado de contrabando es bastante lucrativo, ya que puede alcanzar hasta diez veces su valor. Aún más extendida está la práctica de la fabricación casera, no sólo de cerveza y vino, sino de los más fuertes licores que uno pueda imaginar.

Por si eso fuera poco, las malas lenguas cuentan que los sauditas suelen utilizar casas en los alrededores de las ciudades para organizar fiestorros de escándalo donde no sólo el alcohol, sino que también drogas y mujeres son "degustadas" con igual profusión. Resulta que la policía, aún sabiendo que estas fiestas tienen lugar, se ve impedida de intervenir al tratarse de recintos privados sin una autorización judicial, y los jueces no trabajan de tarde o de noche. Lo que sí sucede con frecuencia es que los fiesteros sean pillados en algún control en la calle o conduciendo borrachos, y al que le ocurre se puede preparar a una buena tanda de latigazos en lugar público.

sábado, 13 de junio de 2009

Madrileños por el mundo?

Estoy empezando a cansarme de que la gente me diga cosas como ésta: "Sí, el otro día vimos el país ese en el que estás en el programa de Madrileños por el Mundo".

Error: ni "Madrileños por el Mundo" de Telemadrid, ni "Españoles por el Mundo" de TVE ni los "Callejeros" de Cuatro han estado por aquí, ni creo que puedan grabar un programa en este Reino por las siguientes razones:
  1. No se puede entrar al país a menos que te invite una empresa, o bien, que los reporteros vengan en misión diplomática, lo cual veo bastante difícil
  2. No se puede grabar a la gente en lugares públicos, ni siquiera puedes hacer fotos sin pedir permiso si quieres evitar problemas

Así que no intentéis comparar este país con otros de la zona, esto no tiene nada que ver: aquí no hay tiendas en las que vendan alcohol o cerdo a extranjeros con licencia, aquí no hay playas donde las mujeres lleven bañador, aquí los hombres no pueden hablar con las mujeres que no sean de su familia, aquí no se puede hacer nada de lo que han mostrado otros reportajes por Dubai, Omán o Jordania.

domingo, 7 de junio de 2009

Back to Riyadh

Nunca digas nunca jamás, ya estoy de nuevo en Riad y lo peor es que nadie me puede asegurar si estas dos semanas serán las últimas. Este país está empezando a acabar con mi paciencia, y los que han trabajado conmigo saben que esa es una de mis mayores virtudes. No puedo dejar de relatar una vez más lo acontecido hoy a mi llegada en el King Khaled International Airport.

La imagen al bajar del avión era de lo más desoladora. El hall del control de inmigración estaba completamente abarrotado y la gente intentaba mantener un poco de orden en las filas. Como siempre me coloqué en una de las colas que estaban más a la derecha, que suelen ser las más rápidas. Eran las 20:30 de la tarde.

A las 23:30 aún quedaban seis personas delante de mí en la fila. De nuevo comprobé mi suerte al situarme en una de las más rápidas, porque la gente de mi izquierda llevaba un tiempo quejándose de que llevaban desde las siete de la tarde en su fila y la cosa no avanzaba. Acto seguido, un tipo que parecía de origen escandinavo empezó a perder los papeles, gritando lo siguiente a los policías: "¿Es qué no van a hacer nada con esta fila? Llevamos aquí cuatro horas", "¿Es que vamos a tener que esperar aquí toda la noche?", "Fuck you!" (esto último no hace falta que lo traduzca).

Rápidamente un par de policías se acercaron a él y le dijeron que les acompañara. Pude oír a uno de los polis decir al incauto escandinavo: "Has cometido un gran error". Le llevaron a las dependencias policiales y no volvimos a verle salir. Algunos comentaban en la fila que podrían deportarle directamente, otros que pasaría al menos una noche en la cárcel, nunca lo sabremos a ciencia cierta.

El motivo de toda esta animación aeroportuaria es que desde hace un par de meses las autoridades sauditas están digitalizando las huellas dactilares y la fotografía a la entrada al país. El proceso puede durar entre cuatro y cinco minutos por persona. En teoría si ya has pasado por este trámite no deberías esperar tanto, pero como las filas son un completo caos, al final toda la gente acaba mezclada en las distintas filas.

Moraleja: una vez más, nunca pierdas la paciencia en este país.