domingo, 14 de junio de 2009

Leyendas Urbanas (part.1)

Transcurren mis últimos días en el Reino (inshallah) y no puedo cerrar este blog sin contar algunas de las leyendas urbanas de la vida y costumbres sauditas, esas que no se publican en ningún sitio. Ningún pueblo es capaz de vivir con tantas restricciones y prohibiciones sin dar rienda suelta a sus instintos.

Empezando con el tema del alcohol, datos no oficiales cuentan que hasta un 85% de la población lo consume con más o menos regularidad. El mercado de contrabando es bastante lucrativo, ya que puede alcanzar hasta diez veces su valor. Aún más extendida está la práctica de la fabricación casera, no sólo de cerveza y vino, sino de los más fuertes licores que uno pueda imaginar.

Por si eso fuera poco, las malas lenguas cuentan que los sauditas suelen utilizar casas en los alrededores de las ciudades para organizar fiestorros de escándalo donde no sólo el alcohol, sino que también drogas y mujeres son "degustadas" con igual profusión. Resulta que la policía, aún sabiendo que estas fiestas tienen lugar, se ve impedida de intervenir al tratarse de recintos privados sin una autorización judicial, y los jueces no trabajan de tarde o de noche. Lo que sí sucede con frecuencia es que los fiesteros sean pillados en algún control en la calle o conduciendo borrachos, y al que le ocurre se puede preparar a una buena tanda de latigazos en lugar público.

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