lunes, 4 de mayo de 2009

De vuelta

No hay nada más gratificante que tener que volver al Kingdom después de haber dicho por activa y por pasiva a tu empresa que estas cansado de este proyecto y de este país, y encima disfrutar de los siguientes placeres.

En primer lugar tenemos al árabe de turno en el avión con el que tienes que soportar esta conversación (traducida del inglés):
- Arabe: Salam, ese es mi sitio.
- Yo: ¿Seguro? (saco mi tarjeta de embarque y le muestro mi asiento)
- Arabe: sí, seguro, yo he pedido ventanilla así que ese es mi sitio
- Yo: verás, yo tengo el asiento 40K y como puede ver en este dibujo, la K es la letra al lado de la ventanilla.
- Arabe: No, yo he pedido ventanilla y ese es mi sitio.
- Yo: bueno, si quiere puede ir a preguntar a la azafata

Por supuesto, medio minuto después el árabe volvió, se sentó a mi lado sin abrir la boca y no volvió a dirigirme a mí en las seis horas de viaje restantes. Lo malo es que tuve que compensar mi regocijo con el hecho de tener que aguantar el olor que emanaba el individuo.

Intenté que el viaje se me hiciera más corto intentando echar un sueño, pero dio la casualidad de que el Sol se ponía por mi lado y detrás de mí había otro árabe levantando la persianilla cada dos minutos para controlar el momento en el que se tenía que poner a rezar, con tan mala fortuna que cada vez que subía la persianilla los rayos del Sol poniente me cegaban.

Así que más pena que gloria uno consigue llegar al aeropuerto de Riad y ¿qué es lo que te encuentras? pues la imagen habitual, una masa de cientos de personas haciendo cola en el control de pasaportes. Rápidamente uno aplica sus conocimientos en estos terrenos y me coloco en la cola que, a posteriori, comprobé que era la más ágil.

Sin embargo resulta que de un tiempo a esta parte han endurecido los controles y ahora toman fotos y huellas digitales más o menos aleatoriamente a la gente. Si a eso le añades que los guardias siguen siendo interrumpidos cada cinco minutos con algún colega que llega y viene a visitarles, con los pertinentes saludos y breves conversaciones, pues el resultado es que tuve que esperar una hora de reloj hasta que llegó mi turno.

Mi paciente conductor me esperaba a la salida de la terminal, así que tras un breve trayecto hacia el compound, consigo llegar de nuevo a mi casa, cenar una sopa de sobre y meterme en la cama. No podía acabar así el día ya que las temperaturas habían subido y ahora disfrutamos de unos agradables 28º C por la noche, así que tardé bastante en conciliar el sueño. Hoy he tenido que dormir con el aire acondicionado puesto, así que con un poco de suerte pillaré un resfriado y no me dejarán embarcar en el avión de vuelta acusándome de tener la gripe porcina.

Por lo demás, todo sigue igual en KSA, y el verano aún está por llegar.