jueves, 11 de diciembre de 2008

Dubai

No hay nada mejor contra el aburrimiento como organizar una escapada, y es que hace apenas unas horas que he vuelto de Dubai, la ciudad más popular de los Emiratos Árabes Unidos y la urbe más de moda del Middle East (y posiblemente del mundo).

Volé el martes con Air Arabia, una low-cost emiraití de lo más recomendable: eficientes, con aviones espaciosos y azafatas (la mayoría de origen oriental) que suelen causar muy buena impresión a todo aquel que haya pasado una temporada sometido al imperio de la abaya saudita.

Tras un rápido check-in en el hotel salimos disparados a cenar algo rápido ansiosos por tomar la primera cerveza después de las últimas semanas de sequía... ¡horror! enseguida nos enteramos que en Dubai sólo sirven alcohol en los grandes hoteles internacionales, así que cenamos unos platos turcos regados con un zumito de lo más delicioso.

A la media hora de terminar de cenar ya nos habíamos desplazado al hotel Fairmont, donde en la segunda planta tienen un bar muy bien montado. Allí por fin nos pudimos pedir la primera cerveza, y doy fe que los 12 euros que tuvimos que pagar por ella merecieron la pena.

Con los bolsillos doloridos por la experiencia, decidimos recogernos pronto para aprovechar la jornada del día siguiente. Sin embargo, a la salida del hotel presenciamos una de las mejores escenas del viaje: justo al lado de la entrada del hotel se encuentra uno de los night clubs más famosos de la ciudad, el club 400. Según parece todos los días hay algún sarao, pero en especial los martes es cuando más gente guapa acude a este local. No tengo palabras para comentar la procesión de Ferraris, Porches, Lamborginis y Hummers, de los que no hacían más que bajarse chicos y chicas guapas, modelos de revista con vestidos y minifaldas que dejaban con la boca a todo hijo de vecino.

El miércoles fue el día turistón total, moviéndonos en taxi por toda la ciudad, que es el mejor medio de transporte en Dubai: rápido y económico, aunque puede resultar difícil de encontrar en alguno de los masificados centros comerciales.

He aquí algunas fotos de muestra:

A la izquierda el Burj-Al-Arab hotel. Uno de los más famosos hoteles de Dubai, conocido por su forma singular y su categoría de 7 estrellas.

A la derecha la Burj Tower, que cuando esté finalizado se convertirá en el edificio más alto del mundo alcanzado 818 metros. Esta tarde cuando he volado de vuelta a Riad, este edificio era el único que atravesaba las nubes.

Una curiosidad de esta ciudad: todas las paradas de autobús disponen de equipos de aire acondicionado para hacer más llevaderas las esperas en los días donde el lorenzo aprieta hasta los 50 grados centígrados.

A la derecha, el Dubai Creek, que es una entrada del mar que divide el centro de la ciudad en dos.

Después de patear las calles y visitar los diversos zocos de la ciudad (el tradicional, el del oro y el de las especias), nos fuimos a uno de los enormes Malls o centros comerciales de proporciones gigantescas, lujo cuestionable y gusto decorativo más que dudoso. Entre ellos destaca el Dubai Mall, que creo que es uno de los centros comerciales más grandes del mundo - para variar, parece que en esta ciudad todo lo que hacen tiene que batir algún record mundial.

Así que después del trote del día, salimos preparados para nuestra segunda incursión nocturna por los hoteles de Dubai. Tras una cervecita desde la planta 51 en el bar de las Jumeriah Emirates Towers (las torres más espectaculares de la ciudad en mi opinión), nos fuimos al club Zinc, en el hotel Crown Plaza, donde pudimos disfrutar de una noche de marcha como en cualquier otro país de occidente: bailando, tomando alguna copa y observando la fauna del local.

La mañana de hoy la hemos dedicado a hacer algunas compras por los zocos de la ciudad, a pasear y a hacer tiempo para ir al aeropuerto. En general Dubai me ha causado muy buena impresión, es una ciudad en la que se podría pasar unos meses divertidos, pero desde luego no un lugar en el que quedarse a vivir.

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