miércoles, 24 de diciembre de 2008

Bar Lufthansa

El vuelo LH621 despega a las 02:05 de la noche desde las pistas del aeropuerto internacional King Khaled con dirección a Frankfurt. El avión, un Airbus A343, tiene sus casi 400 plazas ocupadas por una tropa de occidentales procedentes de Alemania, Holanda, Francia, UK, Italia y otros países europeos. La práctica totalidad de los viajeros son hombres de entre 35 y 50 años, sólo se ve a unas pocas parejas y alguna familia con niños pequeños. Ninguna mujer sola.

Las caras de los pasajeros reflejan la ilusión por volver a casa por Navidad junto con el cansancio acumulado de los meses de duro trabajo en Riad. El avión toma altura y alcanza su nivel de crucero, tras lo cual las rubias azafatas de la línea alemana empiezan a circular con sus carritos ofreciendo unos ligeros snacks y unas bebidas antes de que los pasajeros intenten dormir como puedan para soportar mejor las 6 horas y 10 minutos de vuelo.

A los pocos segundos, la cabina del avión se transforma en el bar más concurrido de todo Oriente Medio: "señorita, una cerveza por favor", "aquí un whisky con coca cola", "una copa de vino tinto para mí", "excuse me, no me ponga hielos", "un gin-tonic, y otra cerveza para acompañar"...

Las pobres azafatas no dan a basto a poner copazos, cervezas y copas de vino. Yo me pido una cerveza y tras degustarla en unos pocos minutos intento conciliar el sueño en mi plaza de Economy Class, acordándome en este momento de mi Director de Proyecto, que no nos deja volar en Business por que no le llega el presupuesto.

A la media hora, el pasaje se apacigua tras haber calmado las ansias de alcohol en sus venas y casi todo el mundo cae en un profundo sueño.

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