martes, 25 de noviembre de 2008

Primeras impresiones

Aún estoy intentando ubicarme, tal y como esperaba, por aquí todo se ve muy distinto a lo que estamos habituados.

La llegada al aeropuerto fue un caos, impresionaba ver cómo organizaban a los recién aterrizados:
  • los saudíes pasaban directamente al control de pasaportes sin necesidad de hacer cola
  • los extranjeros de primera clase hacíamos cola, que aunque avanzaba a paso de tortuga, al menos avanzaba algo
  • los extranjeros de segunda, pobres pakistaníes, bengalíes y gente de otros países vecinos, esperaban pacientemente apelotonados en colas interminables
Afortunadamente, pasé por la aduana sin que se fijasen en mí y mi conductor me esperaba pacientemente con mi nombre escrito en un cartelito. ¡Qué ilusión hace cuando ves tu nombre en un cartelito cuando llegas a un país desconocido!

Después de un breve trayecto en el coche, la llegada al compound fue tan impresionante como me habían contado: 3 controles de seguridad, en uno de ellos el examinan el coche de arriba a abajo en busca de explosivos, pasas por delante de una tanqueta con metralleta en la que nadie monta guardia, todo rodeado de alambradas y muros infranqueables a menos que vayas a 20 kilómetros por hora sorteando obstáculos.

Estoy en una villa compartida con mi jefe, un indio que lleva años viviendo en UK, así que creo que ya ha conseguido pulir algunas de las rarezas de los indios y parece bastante majete. La vivienda es de lo más normal, tiene lo básico. La urbanización parece un barrio residencial americano y todo el mundo conduce un todoterreno o coche de enormes dimensiones.

La oficina también ha sido impactante. Allí trabajan saudíes, todos vestidos con su túnica blanca y su pañuelo de cuadrados rojos, junto con indios, que visten al estilo occidental. Los europeos somos una minoría muy escasa.

Lo que más me ha llamado la atención es que cada cierto tiempo suena por la megafonía la llamada a la oración. Los musulmanes tienen que rezar cinco veces al día, así que cuando suena la llamada la mayoría se van a la sala habilitada a tal efecto, y hay alguno que incluso se saca la alfombrilla y se pone a rezar en su sitio.

Mañana es el último día laboral de la semana, así que a ver si consigo ver algo de la ciudad durante el jueves y viernes. Prometo alguna foto curiosa para los próximos posts.

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