Ha comenzado una nueva semana en el
Kingdom después de un fin de semana sin grandes hazañas que mencionar. Además de tostarme un poco en la piscina con unos agradables 25º a 27º, he aprovechado para ir al gimnasio del hotel - como suelo decir "toda máquina de precisión necesita de un mantenimiento".
La experiencia en el gimnasio ha sido un poco más desagradable de lo que esperaba. No ha sido ninguna sorpresa el tener invertir el fin de semana en la piscina y en el mencionado gimnasio sin tener la posibilidad de ver a una sola mujer,
imaginaos la que podría liarse si una mujer con vestuario más o menos deportivo y ajustado se pusiese a ejercitarse o a tomar el Sol al lado de los árabes que se alojan en el hotel o de los socios del club de
fitness, ya me los imagino babeando sin parar de mirar a la incauta.
El problema ha sido que, aparte de otros pocos expatriados, la fauna árabe que poblaba el gimnasio consistía
mayoritariamente en un grupo de obesos que se dedicaban a andar en las cintas de correr y que emitían una incesante cantidad de sonidos a causa de la imposibilidad de utilizar la nariz como orificio
expulsador de
mucosidades (me pregunto si esto les estará prohibido). Pues bien, la secuencia que llevaban a cabo es la siguiente:
-
insuflamiento de aire a presión por la nariz para recoger las
mucosidades presentes y almacenarlas
temporalmente en la garganta
- exhalación de aire desde la garganta "
in-gargajo-
mode" para expulsar las
mucosidades recopiladas en el pañuelo de papel dispuesto a tal fin delante de la boca
Todo esto
sobrepasando el nivel máximo de decibelios aconsejado por la
OMS, ni siquiera con mis auriculares a todo volumen pude dejar de escucharlos.
Ya sabéis, si alguna vez viajáis al
Middle East, no olvidéis traeros doble dosis de paciencia en la maleta.