domingo, 19 de abril de 2009

Kuwait

Todos aprendimos a situar Kuwait en el mapa en agosto de 1990 tras la invasión por parte de Iraq y la conocida "Guerra del Golfo". Hasta aquel momento este pequeño estado había pasado desapercibido en el siglo XX, en el que lo más destacable fue el protectorado británico, el descubrimiento del petróleo, su independencia en 1961 y la alianza con Iraq en su guerra contra Irán.

El pasado fin de semana conseguí organizarme un fugaz viaje de fin de semana y visitar capital: Kuwait City. El viaje desde Riad tan sólo lleva una hora de avión y además de las aerolíneas nacionales, Jazeera Airways también ofrece vuelos de bajo coste entre ambas capitales. El visado se puede obtener en el mismo aeropuerto, a unos 15 euros al cambio (sólo admiten moneda Kuwaití así que hay que cambiar en el mismo aeropuerto).

La ciudad es como tantas otras que he podido visitar en el Middle East: grandes avenidas, enormes centros comerciales, tráfico desmadrado y altos edificios de oficinas, muchos de ellos aún en construcción. Lo bueno de Kuwait es que, dentro de lo que cabe, parece un poco más ordenado y tiene el encanto de un enorme paseo marítimo (la "corniche") en el que se suceden parques, playas y restaurantes. Tengo que reconocer que no encontré ni rastro de la Guerra por allí, había leído que algunos edificios aún mostraban señales de lo que pasó hace menos de 20 años, pero supongo que de nuevo el dinero que brota del suelo ha facilitado una rápida reconstrucción del país.

Por desgracia no conseguí librarme de una de las inclemencias que me vienen acompañando en Riad desde hace tiempo: la arena del desierto. Esa especie de bruma de color marrón hizo que fuera imposible sacar una foto en condiciones.

La marca de identidad de la ciudad, y probablemente del país, son las Torres de Kuwait, una especie de esferas insertadas en un pincho y decoradas con cerámica de color azul. Una de las torres se puede visitar y alberga un restaurante, mientras que la otra se utiliza como depósito de agua.


Otro de los edificios singulares es la Torre de la Liberación, una enorme antena de telecomunicaciones (está entre las 5 mayores del mundo) que recibe ese nombre porque la Guerra del Golfo interrumpió la finalización de su construcción durante unos años.


Sin embargo, lo que más me ha gustado de Kuwait es el sentimiento de libertad a pesar de encontrarme en un país rodeado de lo mejorcito del Middle East (Iraq, Irán y Arabia Saudí) y de que el consumo e importación de alcohol también esté totalmente prohibido. Donde más se nota esta libertad es en cómo viste la población, sobre todo la gente joven. Da gusto volver a ver a grupos de amigos y amigas hablando entre ellos, vestidos con pantalones, camisetas intentando ir a la moda europea, ¡si hasta pude ver alguna falda ligeramente por encima de la rodilla!

Otro aspecto llamativo fue el de ver a parejas que iban dadas de la mano por la calle... inaudito, ¡como si fueran dos amigos árabes! Y ya lo más transgresivo que he visto por la zona: ¡una pareja dándose un casto beso en el paseo marítimo a la vista de todos!

En resumen, una buena forma de escapar un fin de semana de la capital saudita y de estampar en tu pasaporte un sello de lo más exclusivo.

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